Las nuevas generaciones han llegado al mundo laboral con una visión distinta sobre lo que significa alcanzar el éxito. Para muchos jóvenes profesionales, cumplir metas y superar desafíos no es solo una cuestión de números, sino también de experiencias que les permitan crecer y descubrir nuevas formas de vivir su trabajo.
En este escenario surge la pregunta: ¿Qué reconocimiento tiene más valor para ellos, un bono económico o un viaje de incentivo?
El valor inmediato del bono
Los bonos en dinero siguen siendo relevantes. La Generación Z prioriza la estabilidad financiera y ve en las compensaciones económicas un reconocimiento concreto y útil, sobre todo en una etapa donde muchos aún están construyendo independencia.
El dinero, sin duda, responde a necesidades inmediatas y es un motor motivacional. Sin embargo, en el día a día se diluye: se paga una cuenta, se compra un producto, y el recuerdo del logro se desvanece.
En contraste, los viajes de incentivo se alinean con lo que define a las nuevas generaciones: ser exploradores del éxito. No se trata solo de llegar a la meta, sino de vivir experiencias que los marquen.
De hecho, un estudio de Oxford Economics USA revela que los viajes de incentivo tienen un retorno de inversión superior a 4:1, y que para igualar su efecto motivacional sería necesario aumentar el salario en un 8,5 %.
Mas allá del premio, para la Generación Z y los millennials, ser “exploradores del éxito” implica más que recibir una recompensa, también valoran profundamente:
Flexibilidad y bienestar en el trabajo.
Desarrollo y oportunidades de aprendizaje.
Un propósito claro y pertenencia a la organización.
Por eso, tanto el bono como el viaje son efectivos, pero cuando se integran en una estrategia de reconocimiento más amplia y coherente con sus valores.
Conclusión: explorar, crecer, trascender
El éxito, para las nuevas generaciones, no se mide solo en dinero. Se mide en experiencias que los transforman y les recuerdan por qué vale la pena esforzarse.
Un bono puede ser un impulso momentáneo, pero un viaje de incentivo los convierte en auténticos exploradores del éxito: personas que no solo alcanzan metas, sino que viven el reconocimiento como una aventura que trasciende lo laboral.
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